Al hablar de las formas musicales, siempre empezamos nombrando las fundamentales y una de ellas, es la variación.
Cuando empecé a enseñar, tenía la costumbre de explicar en primer lugar la definición del concepto y, en muchas ocasiones, veía que mientras los cuerpos de mis alumnos permanecían en las sillas, sus mentes volaban muy, pero que muy lejos.
No es de extrañar. Los conceptos teóricos no enganchan sin un ejemplo práctico. Al menos, en mi experiencia, siempre es más fácil entender lo que se vivencia que lo que se razona. No obstante, y como escuché en el programa de Redes de ayer (lo podéis ver en
http://www.rtve.es/television/20111111/alma-esta-red-del-cerebro/474693.shtml ), al final la carga emocional de lo aprendido prima en la memoria más que el hecho de aprender. Hablando claro: si algo te divierte o te lo muestra alguien con el que tienes buen rollo, probablemente no lo olvides nunca.
Una variación consiste en elegir un tema (que puede ser propio o de otra persona) e imitarlo, modificarlo, pero de tal manera que se siga reconociendo el original. Alguno dirá: "¿De otra persona? ¿Y los derechos de autor?". Ay, es que eso de los derechos de autor es muy moderno. Antiguamente, era muy común que artistas renombrados, como por ejemplo, Mozart, tomaran una melodía de un compositor al que admiraban y lo variaran. Ni que decir tiene que el compositor al que variaban estaba encantado de que hubieran elegido su obra. ¡Qué honor! Cómo han cambiado las cosas.
Ahora nos vamos al ejemplo práctico de la variación. Hace unos días, estaba el violinista Lukas Kmit tocando un concierto en la Sinagoga Ortodoxa de Presov (Eslovaquia) y le pasó algo muy común en nuestros días pero, que no por habitual, es normal ni educado: sonó la melodía de un móvil. En concreto, la de un Nokia (que, gracias al incidente, ha tenido publicidad gratis por un tubo). ¿Y qué hizo Lukas?. Pues coger los limones y hacer limonada: hizo una variación sobre el tema del teléfono maldito. Con arte y creatividad. Aquí tenéis la escena:
Una variación consiste en elegir un tema (que puede ser propio o de otra persona) e imitarlo, modificarlo, pero de tal manera que se siga reconociendo el original. Alguno dirá: "¿De otra persona? ¿Y los derechos de autor?". Ay, es que eso de los derechos de autor es muy moderno. Antiguamente, era muy común que artistas renombrados, como por ejemplo, Mozart, tomaran una melodía de un compositor al que admiraban y lo variaran. Ni que decir tiene que el compositor al que variaban estaba encantado de que hubieran elegido su obra. ¡Qué honor! Cómo han cambiado las cosas.
Ahora nos vamos al ejemplo práctico de la variación. Hace unos días, estaba el violinista Lukas Kmit tocando un concierto en la Sinagoga Ortodoxa de Presov (Eslovaquia) y le pasó algo muy común en nuestros días pero, que no por habitual, es normal ni educado: sonó la melodía de un móvil. En concreto, la de un Nokia (que, gracias al incidente, ha tenido publicidad gratis por un tubo). ¿Y qué hizo Lukas?. Pues coger los limones y hacer limonada: hizo una variación sobre el tema del teléfono maldito. Con arte y creatividad. Aquí tenéis la escena:
Lo del humor de los músicos no es nuevo. Históricamente hay muchos casos. Pero hoy nos quedamos con este artista que supo poner un toque de humor en una situación bastante molesta (personalmente, yo le habría tirado el arco del violín al dueño del móvil).